Participación vs exclusión social

La palabra participar viene del latín participare (tomar parte en algo), compuesta de pars, partis (parte) y el verbo capere (tomar, agarrar).

Será que estoy acostumbrado a participar o por lo menos estar informado para así valorar muchas de las acciones que podría llevar a cabo y/o tomar parte en las mismas.

Porque participar es poder acceder a la información y estar informado, es escuchar y que te escuchen. Que haya espacios donde expresar tu opinión, idea o comentario para que se tenga en cuenta. Debe ser de ida y vuelta.

Y hablando de acceder a la información, hace algunos años, no tantos, estamos viendo como se trabaja el acceso a la misma a través de los gobiernos abiertos donde en base a sus tres pilares básicos, transparencia, colaboración y participación, posibilita que la ciudadanía tenga un protagonismo mucho mayor y puedan tomar partido.

No es mi intención hacer “propaganda” de dicho formato y de muchos otros como los presupuestos participativos que se han desarrollado en muchas ciudades españolas y que también hacen posible la participación en asuntos que afectan a la ciudadanía.

Quiero pararme en la ciudadanía vulnerable que vive en zonas marginales y/o afectadas por la desigualdad y no son tan escuchadas ni mucho menos invitadas a la participación.

Hace tiempo que reflexiono sobre este tema después de leer el artículo, “Urnas vacías en los suburbios de las ciudades” y el interesante informe “Los excluidos también pueden votar: abstención y exclusión social en España”, donde se muestra la desconexión con la democracia que existe cuando no hay “participación” en la vida social. Por ejemplo cuando no existe participación en el mundo laboral. Las personas paradas no están conectadas con la vida social y por lo tanto votan menos y tampoco participan de las decisiones que a ellos les afectan directamente. Hay un componente de desafección política por la ineficacia que ellos ven y viven en su día a día.

No debemos olvidar tampoco a las personas inmigrantes que legalmente no tienen derecho a voto ni a la población gitana, ambos colectivos excluidos de la vida política. Y que me dicen de la ciudadanía desconectada del mundo digital y de las personas que no “participan” de su derecho a una vivienda digna o al acceso a una sanidad universal. Esas son formas de participación y la negación de esos derechos hace que esas personas estén excluidas a nivel político.

Si no facilitamos la participación, no solamente cada cuatro años, sino en otros momentos para poder ejercer su derecho ciudadano, no podemos hablar de una participación ciudadana real, en mi opinión.

La exclusión social y a desigualdad está directamente relacionada con la exclusión política y por lo tanto a nivel de participación.

Debemos ir más allá de considerar la participación como números para llenar o bajar estadísticas y/o tantos por ciento. Sabemos que detrás de los números hay personas y la participación supone crear espacios, caminos, formación y acceso a información para llegar a que tomemos parte y no solamente nos quedemos en la cultura de la queja.

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